El dueño del Sol
Hace mucho tiempo los habitantes de la tierra vivían en tinieblas y soportaban grandes fríos. Y no conocían el Sol. Menos una tribu que estaba asentada al lado del río Orinoco. Los más ancianos de la tribu habían oído hablar de él y que lo tenía prisionero un ser malvado.
Pero un día una valiente joven llamada Cunamá decidió ir en busca del Sol. La joven tras andar durante varios días encontró una larga escalera que se perdía entre las alturas, Cunamá tenía miedo pero comenzó a subir, y estaba propuesta a cumplir su propósito. Cuando por fin llegó al final vio una casa vieja y rota, entonces llamó a la puerta, y un hombre de aspecto terrorífico salió y le pregunto que quería, ella contestó que venía para decirle que soltara el Sol para que toda la gente pudiera disfrutarlo y no pasar frío, pero él le contestó que el Sol estaba nada más para que él lo usara y que le diera calor.
Más tarde Cunamá cuando estaba apunto de rendirse vio una bolsa de color blanco, y esquivando al hombre consiguió llegar asta ella y abrirla. Entonces cuando la abrió salió el Sol y el hombre de lo furioso que estaba le dio un manotazo al Sol mandándolo al este y luego más furioso aún le dio otro manotazo a la bolsa mandándola al oeste.
Cuando Cunamá llegó a su poblado hubo una fiesta en honor a esa valiente muchacha. Y por la noche descubrieron una gran esfera que se reflejaba en el río y Cunamá se acordó de la bolsa donde estaba oculta el Sol y, entonces le puso el nombre de Luna.
Tiscar Fernández Garcia
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